La Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura, dio el impulso final a esta Política Nacional de Desarrollo Rural y será la entidad a cargo de entregar el soporte técnico y administrativo para la coordinación de su implementación, que se llevará a cabo a través de 14 ministerios y contará con un Consejo Nacional compuesto por representantes del mundo público, privado y la sociedad civil que le harán seguimiento de sus acciones en el tiempo.
“Las zonas rurales han experimentado en nuestro país un proceso de abandono y envejecimiento, el cual se prevé se siga profundizando sin cambios estructurales. Según el Censo de 2017 un 87,8% de la población chilena vive en áreas urbanas, una de las tasas más altas de América Latina”, explicó la profesora Sofía Boza, académica del Departamento de Gestión e Innovación Rural de nuestra Facultad.
De acuerdo con la profesora Boza, la Encuesta CASEN del Ministerio de Desarrollo Social y Familia para 2017 señala que la pobreza en las zonas rurales es del 16,5%, más del doble que en las áreas urbanas; mientras que el ingreso autónomo promedio es de 350.000 pesos mensuales menos. Así mismo, los habitantes de las zonas rurales tienen limitantes adicionales en acceso a salud, educación, transporte e Internet.
Las zonas rurales son la fuente principal de alimentos para sostener el abastecimiento de nuestro país y tienen una importancia estratégica vital para el desarrollo de nuestra economía, por esta razón, se hacía imperante contar con una política que regulase e impulsase el crecimiento del sector silvoagropecuario mejorando la calidad de vida de sus habitantes y su entorno.
“Las oportunidades laborales en los territorios rurales chilenos se relacionan en general con actividades basadas en los recursos naturales, como es la agricultura. En ello, a pesar de que el país ha tenido un enorme éxito agroexportador en las últimas décadas, más del 90% de las explotaciones, las cuales son manejadas por micro y pequeños productores, tienen importantes limitantes en acceso a mercados, tecnologías e inversión”, destacó la profesora Boza.
La académica también agregó que estos obstáculos reducen la rentabilidad efectiva del sector, provocando un progresivo abandono y falta de generación de recambio; a su vez, las personas a cargo de los predios están envejeciendo. “Sería una amenaza para la seguridad alimentaria nacional”, enfatizó.
La Política Nacional de Desarrollo Rural se estructura en torno a cuatro ámbitos: bienestar social, oportunidades económicas, sustentabilidad medioambiental y cultura e identidad. El primero supone procurar condiciones de vida adecuadas, mediante un mejor acceso a servicios y conectividad tanto física como de telecomunicaciones. El segundo, busca que los territorios rurales sectores sean más atractivos para las inversiones, pero donde además se ponga en valor su potencial endógeno y se logre una mayor diversificación productiva e inserción en las cadenas de valor, mediante la adecuación del capital humano y social, la institucionalidad y las infraestructuras.
En el ámbito ambiental, se busca mejorar la protección y gestión de los recursos naturales, así como la generación de capacidades humanas en educación medioambiental y una disminución de la vulnerabilidad climática. Respecto a la cultura e identidad, se apuesta por identificar, valorizar y resguardar el patrimonio cultural y natural propio de los territorios rurales.
“Como hay una multiplicidad de aspectos que se entrecruzan bajo cada uno de los ámbitos señalados, se propone un modelo de gobernanza que parta de la coordinación entre un total de catorce Ministerios, así como con actores comunales y regionales. Por otro lado, para poder realizar un monitoreo del avance de la Política se está generando un Sistema de Indicadores de Calidad de Vida Rural, mediante los cuales se pueda hacer seguimiento de cada uno de sus ámbitos”, señaló la profesora Boza.
De acuerdo a nuestra académica, la importancia de esta Política Nacional de Desarrollo Rural radica en que es “un hito muy relevante, que viene a materializar una renovación de la visión tradicional de la ruralidad, proponiéndola como categoría dinámica, diversa, compleja y actora de su propio devenir”.
El escenario actual de nuestro país se ha visto complicado por esta histórica pandemia, en todos sus ámbitos, y esta Política Nacional de Desarrollo Rural es precisamente un gran impulso para levantar un sector estratégico para la economía. “Chile realmente necesita un cambio estructural en los territorios rurales que los haga atractivos para las nuevas generaciones y con ello logre revertir su abandono. Ese cambio en las dinámicas poblacionales será el mejor indicador de que esta Política y las medidas que de ella deriven sean fructíferas”, concluyó la profesora Boza.
Galería de fotos
Francisca de la Vega Planet - Periodista Campus Sur