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María Luz Marín, propietaria de Viña Casa Marín: “La U. de Chile me dio las bases de lo que soy hoy”

María Luz Marín: “La U. de Chile me dio las bases de lo que soy hoy”

Armada con conocimiento científico y una intuición inquebrantable, la agrónoma de la Universidad de Chile y primera enóloga en el sector privado fundó su propia viña en un refugio climático, desafiando las convenciones de una industria dominada por hombres. En el pueblo de Lo Abarca, conocido por sus crujientes lechugas costinas y persistentes nieblas matinales, terminó escribiendo una de las páginas más gloriosas de la vitivinicultura nacional.

A finales de los 90, cuando la agrónoma de la Universidad de ChileMaría Luz Marín, comenzó a comprar parcelas en Lo Abarca para fundar su propia viña, muchos cuestionaron su decisión. Incluso ex compañeros suyos de la universidad se mostraron escépticos. Sin embargo, ella sabía que ese pueblo ubicado en el Valle de San Antonio a solo 4 kilómetros de la costa tenía algo especial. Su padre había comprado un terreno cerca, y ella había observado cómo las hortalizas de la zona, entre ellas las lechugas costinas, crecían en sus propias palabras “enormes, crocantes y llenas de sabor”. 

Lo Abarca no era un lugar fácil. Con nieblas matinales, vientos fríos y suelos con plantaciones de eucaliptos, el clima era radicalmente distinto al de las zonas vitivinícolas tradicionales del país. Pero María Luz no buscaba lo convencional, quería vinos con identidad.  “Aposté a esa idea, no tanto a obtener un vino súper exitoso, sino que mostrar una denominación de origen, tal como se hacía en Europa y Estados Unidos”, señala. Y recuerda: “En los diarios y la televisión se referían a mí como ‘la loca del vino’, la que planta viñas donde no se puede". Tras 15 años de solicitud, logró obtener finalmente la denominación de origen en 2018.

Comenzar con el negocio tampoco fue sencillo. "Golpeé puertas buscando socios, pero encontraban muy arriesgado mi proyecto". Al final, lo tuvo que sacar adelante sola. "Esa soledad profesional y financiera me hizo más fuerte. Si hubiera tenido más apoyo, quizás no habría luchado tanto. Hizo que tuviese que tener agallas, que sacara mis garras", reflexiona.

En 2003 llegó la primera cosecha y con ella la validación. Sus vinos sorprendieron a los expertos por su singularidad. “Me empezaron a decir que eran distintos, únicos. En ese tiempo todos los vinos en Chile, al menos los blancos, eran muy iguales, muy unificados”, cuenta. “Hemos logrado mantener la calidad año tras año y no porque yo sea una gran enóloga. Solo me di cuenta de que había un espacio para producir vinos de nicho. Lo que yo tengo es un refugio climático”, añade.

Hoy, la viña es reconocida como una de las más innovadoras del país y que produce vinos que compiten en exigentes mercados internacionales. Con una producción anual de 20 mil cajas, sus vinos se exportan a 17 países, demostrando la calidad y el reconocimiento alcanzados. "El tiempo me dio la razón", afirma con convicción.

Rompiendo Esquemas

María Luz no viene de una familia vinculada al mundo del vino. Como mujer en un mundo de hombres, tuvo que abrirse camino. Entre 1974 y 1980 fue gerenta de producción en Viña San Pedro, donde no solo se desempeñó como enóloga, sino que abarcó diferentes áreas. "No quería solo hacer vino. Quería saber qué pensaban los clientes, cómo se vendía, qué pasaba en los restoranes", explica.

Su dominio del inglés y francés -que aprendió durante una beca en París-, le facilitó generar alianzas en otros países. “Ahí pude aprender más sobre la cultura del vino en todo el mundo. Conocí sobre los diferentes tipos que existen y hacia dónde apuntar el negocio. Vi todo el potencial de Chile, su clima, diversidad y geografía”, cuenta.

A fines de los 80, con dos hijos pequeños y una reciente separación, María Luz enfrentó una encrucijada: "Quería ser mamá presente“. Fue entonces cuando decidió arriesgarse con su propio negocio. “Me propuse luchar para ser independiente. Tuve la oportunidad de conocer a algunos enólogos y productores quienes me dieron ideas para hacer algo por mi cuenta”, señala. 

Así fue como lanzó Expovin, una empresa dedicada a exportar vino a granel. "Era un negocio de mucho volumen. Empecé embotellando en Inglaterra y viajando por Europa. Fue un mundo totalmente nuevo. Ahí me di cuenta de que tenía que desarrollar un vino con características de terroir, que pudiese expresar la identidad del lugar”, cuenta. 

La revelación universitaria

María Luz llegó en 1968 a la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, justo cuando estaba recién instalada en el Campus Sur de Av. Santa Rosa, comuna de La Pintana.

"Cuando salí del colegio, no sabía qué estudiar. Fue el padre de una amiga y profesor de la Universidad, Armando Vieira, quien en un almuerzo me recomendó Agronomía. Sus otros hijos ya estaban estudiando la carrera. A mí siempre me ha gustado el campo, así que me entusiasmé”, explica.

Reconoce que los primeros años fueron difíciles. "No me sentía identificada", confiesa. No obstante, todo cambió en cuarto año cuando tuvo Vitivinicultura con el profesor Vieira. "Se me iluminó la ampolleta, de repente todo cobró sentido”, asegura. “Mis prácticas también las hice en vino, y me gustó mucho la especialización en Enología”, agrega. 

"En la carrera éramos pocas mujeres, unas 20 entre 120 hombres. De mi generación, 12 nos recibimos y en enología solo 2. Al final solo yo ejercí acá, porque mi compañera se fue del país. La Universidad de Chile me dio las bases de lo que soy hoy", señala.

Hoy, mientras dirige su viña y su legado florece en manos de sus hijos, María Luz Marín reflexiona sobre su viaje, que la llevó a revolucionar la viticultura nacional. "Estaba convencida de que era posible lograr vinos blancos finos, frescos, pero elegantes en acidez y mineralidad", explica. 

Los resultados hablan por sí solos. En 2010, su Sauvignon Blanc del viñedo Los Cipreses fue elegido el mejor del mundo en los Decanter World Wine Awards; la revista Wine & Spirits la ha incluido cinco veces entre las 100 mejores viñas del mundo; todos sus vinos superan los 90 puntos en críticas especializadas; y en 2018, María Luz fue elegida una de las 10 mujeres más influyentes del vino por The Drinks Business. Su trayectoria es un testimonio de cómo la formación en la Universidad de Chile, con su rigor, espíritu crítico y compromiso con la innovación, puede cambiar destinos.

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