Una oportunidad para proteger la biodiversidad, los sistemas ecológicos asociados y los seres vivos del Parque Nacional Glaciares de Santiago, en la comuna de San José de Maipo. Así destacan los investigadores del Campus Sur de la Universidad de Chile el valor de la conservación que se manifiesta en la carta publicada en esta importante revista, texto que cuenta con el respaldo y trabajo de la ONG Queremos Parque, que -desde al menos cinco años- está detrás del mismo objetivo: resguardar cerca de 142 mil hectáreas de vida.
Jorge Pérez, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile (IEB), destaca lo crucial que es la protección de la zona baja de este Parque, ya que es un aporte para facilitar el “ecoturismo y restringir la minería y la construcción. Un parque ampliado también aumentaría el acceso a la naturaleza para la gran población urbana de las ciudades”.
La creación del Parque Nacional Glaciares de Santiago fue aprobada por el Consejo de Ministros durante el 2022 y, desde este año, está instaurado oficialmente con una superficie de 75.114 hectáreas, abarcando los territorios comprendidos por la parte alta de las cuencas de los ríos Olivares y Colorado (sobre los 3.600 msnm). Además de la superficie total de esta nueva área protegida, 20.760 hectáreas corresponden a glaciares (27,6%), resaltando los glaciares Olivares Gamma, Juncal Sur y Glaciar Volcán Tupungatito, que contribuyen fundamentalmente a la disponibilidad y regulación del régimen hídrico de la Región Metropolitana.
La académica Rosa Scherson, investigadora del Laboratorio de Evolución y Sistemática de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, enfatiza “la importancia de proteger las zonas bajas del parque y velar por el acceso de la población a los sectores con biodiversidad porque las acerca a la conservación”. Además, la profesora apunta al “desbalance que hay en el país de las áreas silvestres protegidas, que están en su mayoría en la Patagonia”, en desmedro de la biodiversidad de la zona central de Chile.
Al ser un área eminentemente de montaña, las especies de flora y fauna se encuentran adaptadas a dicha condición. La flora, por ejemplo, corresponde a comunidades herbáceas que no superan los 30 cm de altura, destacando su presencia en sectores pedregosos con alguna humedad, existencia de subarbustos muy bajos o hierbas del tipo Nassauvia. La fauna, en tanto, se distribuye principalmente según rangos de altitud, pudiéndose encontrar especies como el cóndor, el águila chilena, varias especies de halcones y cernícalos, entre las aves; además de algunos anfibios como el sapo espinoso y, entre los mamíferos, el zorro colorado, el puma, el guanaco, el gato colocolo y quiques.
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