María Isabel Pavez estudió en el Liceo 1. Académica de la Universidad de Chile por más de 25 años cuenta que nunca tuvo dudas sobre cuál sería la Universidad donde desarrollaría sus estudios superiores. "Mi abuelo fue profesor de la Chile en los años 30, en la escuela de ingeniería. Nunca jamás se me pasó por la cabeza estudiar en otra parte".
Así como nunca se cuestionó dónde estudiar, optar por la arquitectura también fue una decisión que se forjó desde su infancia, pues en su casa como recuerda siempre se respiró cultura y una gran apreciación por el arte y la estética. "El área técnica siempre estuvo en mi familia pero también lo artístico. Mi padre pese a ser ingeniero fue un amante del arte en potencia. Coleccionaba pinturas, asistíamos a conciertos, exposiciones. Quiso siempre que conociéramos todos los recursos estéticos que existían".
Al alero de esa historia familiar María Isabel estudió arquitectura, y como ella reconoce, sus años universitarios la hicieron muy feliz. "La carrera la disfruté mucho. En ese entonces mis colegas y yo siempre fuimos conscientes de que por estudiar gratis teníamos un deber social, y por ende era primordial mantener la excelencia en nuestro desempeño académico y profesional. Sabíamos que la oportunidad que nos daba el Estado era un regalo y sentíamos un alto compromiso con la institución".
Entrega y dedicación académica
"Siempre tuve una habilidad para enseñar. Estando en el colegio cuando faltaba alguna profesora en los niveles básicos me ponían como reemplazante. Es algo que siempre he disfrutado mucho". Por más de 25 años María Isabel se ha dedicado a hacer clases en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad. La carrera académica es algo a lo que le ha dedicado toda su vida, esfuerzo y profesionalismo. Fue una opción que, de alguna forma, la alejó de la práctica más comercial de su profesión pero no se arrepiente. "Las mujeres tenemos dos profesiones, y eso nos lleva a tener que cuestionarnos tarde o temprano cuál será nuestro camino. Conozco tantas profesionales que sufren hoy por haber dejado a sus familias para desarrollarse en sus carreras".
"Sin crítica no hay progreso"
Los que tienen la oportunidad de escucharla, incluso por algunos minutos, no pueden dejar de notar que María Isabel Pavez no es una mujer de aguas tibias. Su personalidad fuerte, su temple enérgico y su estampa recia son características que la han acompañado siempre y por lo que ella misma reconoce no le han hecho la vida fácil. "El cultivo de una disciplina obliga a estar en el conocimiento del arte de lo que uno hace. Para mí, siempre he sentido que mi rol está en hacer luz en toda esta perspectiva, y sin crítica es imposible. Sin crítica no hay progreso. Pero el problema es que el crítico molesta a muchos y tiene que aprender a vivir con eso. Hay que asumirlo y afrontarlo. Peor si una es mujer. Cuando una mujer hace una crítica argumentativa que no gusta, que no acomoda, se la califica como una "jodida", no como un aporte o algo constructivo. Eso es algo con lo que yo he aprendido a vivir en mi vida cotidiana pero que no estoy dispuesta a transar jamás".
Cargada de su sentido crítico esta arquitecta no deja de reconocer con agradecimiento la tribuna que siempre ha tenido en la Universidad de Chile, donde reconoce que siempre ha podido decir lo que piensa. Nunca, asegura, ha sentido una intervención en su discurso y eso lo agradece mucho.
Implacable defensora de los espacios públicos
Su desarrollo académico siempre ha estado enfocado en la defensa de los espacios públicos. En las últimas tres décadas el proceso de desconstrucción de los espacios públicos se ha acelerado a pasos agigantados, hecho que como explica Pavez atenta con la civilidad, la democracia y el buen vivir de todos los ciudadanos. Es a la denuncia de este crimen urbano a lo que la académica ha dedicado gran parte de su carrera. "Es un escándalo que la mismas autoridades locales presenten proyectos para disminuir los espacios públicos, siendo que ellos son los responsables de velar porque estos espacios se cuiden y se mantengan por el bien de toda la sociedad. No puede ser por ejemplo, que un alcalde venda la mitad de un parque con la excusa de que lo hace para mantener la otra mitad".
Sus reconocimientos
Con un doctorado de la Universidad Politécnica de Madrid recién otorgado, el que dejó pendiente por más de 20 años y logró aprobar con la máxima distinción (Cum Laude), esta académica, además de sus años de docencia, fundó dos publicaciones de arquitectura que quedarán como legado en su facultad, así como numerosas investigaciones que hasta hoy sigue desarrollando.
Si bien reconoce sentirse honrada con el homenaje otorgado como parte de las elegidas en el grupo Mujer Generación Siglo 21 2007, a María Isabel lo que más la emociona es el reconocimiento de sus alumnos. "Para mi no hay mayor reconocimiento que estar caminando por la calle y ver cómo se me acerca una persona desde la vereda de enfrente para saludarme y decirme: "¿Profe, cómo está? ¿Se acuerda de mí? Yo fui alumno suyo..." eso no tiene comparación. Eso es lo que realmente me llena, le da sentido a todos estos años. Ese alumno que me recuerda, al que mis clases le aportaron, no lo latearon, y que no pasa de largo como si nada cuando me ve, eso es lo que me hace sentir el mayor de los orgullos, lo que espero que quede de todos mis años tras mi paso por esta Universidad".
Galería de fotos
Texto: Mónica Infante
Fotografia: Pablo Madariaga