En 2017, la legendaria fonda de Antumapu tenía un problema. Cada año, la fiesta dieciochera terminaba con cerros de basura y desperdicios que afectaban al entorno. René García y Jorge Mac-Ginty, entre otros estudiantes, empezaron a cuestionarse ¿cómo este espacio de celebración podría volverse más sustentable? A partir de esa pregunta nació EcoMapu, un proyecto que busca una mejor gestión de los desechos y que hoy lleva 5 años de desarrollo en la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile.
“Era tanta la basura que quedaba posterior a la fonda que eran al menos tres semanas que seguían quedando vasos plásticos y cartones en el suelo. Como se hacía antes del receso de septiembre, las personas que trabajaban en la limpieza no daban abasto”, recuerda Jorge Mac-Ginty (26), uno de los fundadores de EcoMapu y actual jefe de la Oficina de Sustentabilidad del proyecto ubicado en la comuna de La Pintana.
“Ahí generamos el Plan Fonda”, agrega René García (25), estudiante de último año de Agronomía y otro de los fundadores de EcoMapu. “Empezamos a ver los ejes de acción: el primero era restringir plásticos de un solo uso. Lo segundo, que los stand también se tuvieran que hacer cargo de parte de sus residuos y no traer cosas empacadas en otras cosas. Y la tercera parte era la gestión del 'ecovaso' y gestión de residuos del espacio”, detalla.
Para poner en práctica el diseño hicieron distintas gestiones, entre ellas, conseguir basureros diferenciados para los residuos. Allí encontraron un recipiente viejo que tenía un logo que les llamó la atención: EcoMapu. Averiguando descubrieron que era una iniciativa que se había creado en 2009, pero que se había abandonado poco tiempo después. Decidieron “reciclar” el nombre y adoptarlo para este nuevo proyecto.
En el medio de la fonda, idearon una forma de incentivar la recolección de latas con un juego. Además, coordinaron con las funcionarias a cargo del aseo para ir vaciando los basureros de manera constante y tener cero residuos en el suelo al finalizar el evento. Otra innovación fue el “ecovaso”, una idea que permitió reutilizar más de ocho mil plásticos y se instaló como tradición en los eventos futuros. “Nuestra idea era que cada uno tuviera su vaso, por ejemplo, ya los últimos dicen ‘soy de…”. Ahora si quieres tomar tecito, no vas al kiosco a pedir un vaso de plástico, sino que tienes tu ecovaso en tu mochila y lo ocupas para todo”, explica René.
Un modelo triestamental
Con el éxito total de aquel primer evento, y el apoyo de las autoridades y los centros de estudiantes, consiguieron mayor visibilidad para hacer nuevas actividades. “Se nos empezó a acercar mucha gente. Eso nos llevó a tener más personas y a motivarnos a hacer diferentes talleres dentro de la comunidad. Por ejemplo, hicimos talleres de construcción con palets: mesas, sillas y después los muebles quedaron para la comunidad”, señala Jorge.
Después de cinco años, pasaron de ser una iniciativa estudiantil a una organización triestamental con más de 30 personas dentro de la Facultad de Ciencias Agronómicas, con académicos y funcionarios que se han sumado a colaborar diariamente en el trabajo de reciclaje. Lograron implementar un punto de acopio e impulsaron un “impuesto” para los plásticos de un solo uso. Por ejemplo, si no llevabas tu vaso, el café del kiosco te costaba $150 más. Además, en 2018 participaron en la elaboración del proyecto de sustentabilidad de la Facultad, que hoy cuenta con un consejo para abordar esta materia.
“Es mucho más fácil levantar un proyecto teniendo a todos estos personajes claves, trabajamos con el director económico, el administrador del campus. Son distintas personas que pueden conversar en torno a lo que EcoMapu está trabajando. Esa lógica colaborativa es algo que se debería replicar en la Universidad de Chile”, agrega Mac-Ginty.
Una lección que han aprendido respecto a cómo generar compromiso en el cuidado del entorno de parte de la comunidad que convive diariamente en ese espacio, es incluirlos en el proceso. “Nos hemos dado cuenta de que la única manera de que las cosas se mantengan y se apliquen es que la gente genera un sentido de pertenencia con el espacio. La necesidad de vincular a la gente fue clave”, afirma René.
Próximos objetivos
Hoy, un desafío es trabajar fuera de los límites del campus con vecinos de la comuna de La Pintana. “Durante los últimos 2 años hemos postulado al Fondo Valentín Letelier para poder realizar este proyecto de educación ambiental en la comuna de La Pintana, a través de los colegios y de las distintas juntas de vecinos. Lamentablemente, no hemos tenido la posibilidad de adjudicarnos ese fondo. Ahora estamos buscando levantar distintas ideas de financiamiento, como una plataforma más consolidada”, cuenta García.
En ese sentido, tras todos estos años de trabajo en EcoMapu, creen que es necesario relevar la educación ambiental a todo nivel y esperan que en 2024 se implemente un curso obligatorio para todos los estudiantes sobre cuidados y sustentabilidad. “Es necesario concientizar a la gente, por ejemplo, sobre el uso correcto de los basureros. Urge la educación ambiental porque hay una desconexión súper grande con lo que es un manejo consciente de los residuos. Hay que generar un modelo que sea replicable por las personas en el en su espacio cotidiano”, reflexiona René.
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Texto y Fotos: Aldo Vidal Neira. Periodista VAEC