El 2021 fue el decimoprimer año de la megasequía que afecta a nuestro país, un año que además fue particularmente seco en comparación a otros en la última década. Este fenómeno ha generado las condiciones ideales para la propagación de incendios forestales en la zona centro-sur.
Así lo destacó la profesora Pilar Barría, de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de nuestro plantel, quien explicó que “se han acumulado condiciones secas por varios años, lo que entre otras cosas significa que hay más material combustible en las cuencas, menos humedad de suelo y niveles de acuífero más bajos, a lo que hay que sumar que se pronostica una condición de La Niña para el verano 2022, caracterizada por precipitaciones bajo lo normal y altas temperaturas”.
Ante este escenario, la académica alertó que dado que los bosques se encuentran más secos y se esperan fuertes vientos el escenario puede ser muy complicado, aunque “no nos podemos olvidar de las condiciones humanas, como la basura, los descuidos de quienes visitamos bosques o sectores con vegetación. Es fundamental hacer una campaña sobre el contexto que enfrentamos y la importancia de evitar riesgos como fogatas, o dejar elementos combustibles en lugares con vegetación”.
En la misma línea, Miguel Castillo, profesor de la misma unidad académica, especialista en incendios y que posee experiencia en su combate a nivel forestal, hizo hincapié en que no siempre la acumulación de altas temperaturas, baja humedad relativa y alta velocidad del viento implica la generación de incendios, ya que en Chile hay prácticamente un cien por ciento de responsabilidad atribuible a la actividad humana, ya sea premeditada o por accidentes, en la generación de incendios forestales.
Consultado si existen especies que sean más propensas a un incendio forestal, el académico aseguró que es un tema complejo. “Cuando tienes mucho abastecimiento de oxígeno y continuidad, o sea que todos los árboles son iguales, como en una plantación de monocultivo, la experiencia ha demostrado que los incendios corren más rápido, pero si hablamos de la intensidad de los incendios, hemos comprobado en terreno que puede ser mucho más alta en un bosque nativo, aun cuando se expande con más lentitud”, afirmó.
Una arista quizás poco explorada cuando se habla de incendios forestales tiene relación con cultivos agrícolas como trigo o viñedos. El académico explicó que la velocidad de propagación de las llamas en esos casos es muy alta, y con altas posibilidades de expandirse a otras zonas como bosques o áreas habitadas. “En mi experiencia combatiendo incendios, estuve participando mucho en incendios que se iniciaron en trigales y terminaron afectando casas, por ejemplo, o al revés, un incendio urbano que se fue a un matorral y luego a un bosque”, recordó.
Al respecto, Paola Silva, académica de la Facultad de Ciencias Agronómicas de nuestro plantel, explicó que la agricultura responde a ciclos naturales, con cultivos de verano e invierno, siendo las zonas de secano -donde la producción depende solo del agua de lluvia- especialmente propensas a incendios, ya que se encuentran maduros en los meses de diciembre y enero, momentos en que tienen menos de un 15 por ciento de humedad, condición que los vuelve un material altamente inflamable.
“Un incendio en un cultivo de trigo arde con mucha facilidad y su avance es muy rápido, por lo que se deben tomar medidas de prevención como cortafuegos, con franjas de suelo suelto sin residuos que puedan quemarse, y realizarse una cosecha lo antes posible. Un caso así es complicado porque el agricultor corre el riesgo de perder su cultivo y con ello el trabajo de meses, e incluso el ingreso de un año completo”, remarcó la académica.
Desafíos para el futuro
En un escenario marcado por la megasequía y por numerosos debates relacionados al cambio climático, incluso al interior de la Convención Constitucional, resulta indispensable analizar esta materia poniendo el foco en los desafíos que enfrentará el país a futuro.
En ese sentido, el profesor Castillo aseguró que Chile se enfrenta “a un marco normativo bastante complejo. Estamos frente a la incertidumbre de cómo enfrentará este nuevo gobierno el marco contra la protección de incendios forestales. Nosotros pensamos, quienes nos dedicamos a este rubro, que la situación presupuestaria no va a bajar, sino que incluso debería ir al alza. Espero que se refuerce fuertemente los planes preventivos locales, porque esos son los que resguardan o cubren la deficiencia estatal que no es capaz de cubrir CONAF o las instituciones de protección”.
Consultado sobre qué medidas podría tomar el nuevo gobierno que asumirá en marzo, el académico aseguró que “espero que este año y los próximos cuatro haya un fortalecimiento de los aparatos estatales, que CONAF definitivamente se modernice y pueda tener un rol claro en el ámbito público, y también la ONEMI siga adelante con los planes regionales de protección”.
Finalmente, respecto al papel de instituciones como la U. de Chile, el profesor Castillo recordó que en Chile hay una oferta muy limitada concentrada en universidades, centros de investigación y algunas instituciones, pero que hay una altísima demanda producida por las multi-ocurrencias de incendios forestales, sobre todo en verano. “En ese caso, la U. de Chile y particularmente el Laboratorio de Incendios Forestales ha participado activamente en promover pautas para poder potenciar las labores locales de prevención, es un trabajo que lo lideran las instituciones encargadas, pero obviamente la Universidad ha tenido un protagonismo permanente”, y que se espera continuar.
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Felipe Ramírez- Prensa UChile y Francisca de la Vega - Periodista Campus Sur