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En la conmemoración del Día Internacional de las Abejas destacamos la asombrosa capacidad de coordinación que tienen en su colmena para cumplir un rol protagónico en el proceso de polinización, que sostiene gran parte de la cantidad de alimentos que se producen en todo el mundo.
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La polinización es un proceso fundamental para la existencia de los ecosistemas y la reproducción de cultivos y plantas silvestres. Sin embargo, con el cambio climático y la acción humana, los polinizadores se encuentran bajo amenaza constante.
“Los insectos polinizadores, como la abeja, desempeñan un papel muy importante en la mayoría de los ecosistemas terrestres y son un componente clave en mantención y prevalencia de las comunidades de plantas silvestres y cultivadas. En Chile, la Apicultura es una actividad importante en la agricultura, no solo por los subproductos que la colmena de abejas genera, sino también por la prestación de servicios para polinización de frutales y semilleros de hortalizas”, explicó la profesora Mariella Neira, médico veterinario y docente titular de la cátedra de Apicultura de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de nuestra Universidad.
Durante el proceso de la polinización, el polen de una flor viaja hasta otra flor para fecundarla y reproducir semillas y frutos, en un fenómeno de intercambio genético que se produce gracias a estos agentes polinizadores que transportan estos gránulos de células sexuales masculinas de las flores.
“El agente polinizador puede ser el viento, por ejemplo, en coníferas; agua, en algunas plantas no vasculares; o un animal tales como insectos, aves, los picaflores; mamíferos, como algunos murciélagos y lémures; y reptiles como algunos geckos de la Isla Mauricio en África”, detalló el profesor Andrés Muñoz, académico del Departamento de Producción Agrícola de la Facultad de Ciencias Agronómicas de nuestra Universidad.
De acuerdo con el profesor Mario Gallardo, académico del Departamento de Silvicultura y de la Conservación de la Naturaleza de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de nuestra Universidad, las abejas son consideradas las más eficientes dentro del grupo de insectos polinizadores porque tienen desarrollado complejos sistemas de comunicación interna entre las obreras de su colmena, siendo capaces de transmitir información sobre abundancia de néctar y sus horarios de producción en las plantas.
“Puede indicar la localización exacta de las fuentes de néctar y/o polen en el bosque, o en el huerto, aunque se encuentre a más de a 3 km de la colmena. Ello, les permite tener un comportamiento especializado para cada especie vegetal que estén pecoreando, es decir, que estén realizando la acción de recolectar néctar y polen de las flores. Este asombroso comportamiento de las abejas es exclusivo de esta especie, la cual la hace evolutivamente más capaz de adaptarse a diferentes ecosistemas”, señaló el profesor Gallardo.
Es por esta asombrosa capacidad de trabajo y por los propios productos que generan las abejas, como la miel, el propóleo, la jalea real, o la cera, por ejemplo, que el hombre ha entablado una relación con ellas. En nuestro país, la apicultura se ha convertido en un importante componente de la agricultura y, aunque las abejas melíferas prefieren los climas templados, podemos encontrarlas en todo el territorio nacional.
“La razón de utilizar abejas para polinizar no solo radica en el aumento de la productividad, sino que en homogenizar la producción, igualar calibre, menos producto de desecho, estandarizar los altos niveles de producción con la mayor demanda del producto en otros continentes y de ésta forma mejorar los niveles de exportación de dicho rubro”, afirmó la profesora Neira.
Beneficios y amenazas
La historia de la relación entre las abejas y el hombre tiene siglos de historia. El profesor Gallardo relató que la cultura griega las usaba “como fuente medicinal con la apiterapia, bebidas alcohólicas y alimenticias”; y que en la Edad Media se utilizaba la cera para hacer velas y el propóleo, para fabricar barnices y proteger la madera.
“Las primeras colmenas de abejas llegaron a Chile en el año 1846, con la finalidad de polinizar los primeros huertos frutales de la zona central del país”, agregó el profesor Gallardo sobre la llegada de estas obreras polinizadoras desde Europa a nuestro país.
Pese a los beneficios de contar con estas obreras polinizadoras en nuestros ecosistemas, las abejas se encuentran bajo una serie de amenazas que ponen en riesgo, no solo su existencia, sino que también la producción de alimentos y la conservación de la biodiversidad.
“Actualmente estamos en una crisis global respecto a la declinación de abejas en las que interactúan múltiples factores que incluyen la intensificación de la agricultura, con uso de pesticidas neonicotinoides, la homogeneización de la agricultura, con grandes extensiones de monocultivos y la emergencia de enfermedades, como el síndrome de colapso de las colmenas, y parásitos como la varroa”, alertó el profesor Muñoz.
El uso indiscriminado de pesticidas para el control de plagas y enfermedades, el mal manejo de las colmenas, la sobre exigencia para polinizar grandes superficies de monocultivos y la mala nutrición de las abejas, también ponen en riesgo su permanencia en los ecosistemas.
“Algunos contaminantes ambientales, pueden afectar la salud de las colmenas a través de fuentes de agua, néctares o polen contaminados con metales pesado o agroquímicos”, indicó el profesor Gallardo.
Las Naciones Unidas tomó el Día de las Abejas de este año 2020 como una oportunidad para hacer un compromiso de protección de su existencia, relevando los conocimientos tradicionales de la Apicultura, el uso de sus productos y servicios y su importancia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable. Hay muchas iniciativas y buenas prácticas que pueden mejorar su situación de vulnerabilidad frente a las condiciones adversas en las que se encuentran actualmente estas obreras.
El profesor Muñoz, por ejemplo, sostuvo que “es necesario el desarrollo de una agricultura sostenible, que utilice una diversidad de cultivos y en la que se creen hábitats para polinizadores, por ejemplo con cercos vivos de plantas nativas, y que establezcan recursos florales durante todo el año para los polinizadores, como bandas florales con floración temporal escalonada. Estas prácticas son parte de los principios agroecológicos que fundamentan el manejo de la agricultura del futuro y la conservación de polinizadores en agroecosistemas”.
La profesora Neira, para concluir, advirtió que “como país debemos proteger nuestras abejas para asegurar la alimentación de las generaciones venideras, pero de una forma responsable y sustentable, será la única forma de lograr el fortalecimiento de los sistemas de vida y la diversidad biológica”.
Francisca de la Vega Planet - Periodista Campus Sur
Fotografías: Profesor Mario Gallardo