Da lo mismo la época del año para hacer compostaje, todos los días está la opción de contar con desechos orgánicos de frutas y verduras: cáscaras, hojas, restos de algo que nadie quiso terminar de comer. En vez de tirar esos residuos a la basura, se dejan aparte para hacer este abono que puede mejorar el suelo donde crece una planta o árbol, o donde se plantará una semilla.
“El compostaje es la descomposición controlada de materiales orgánicos como frutas, verduras, podas, pasto, hojas, etc. Al ayudar en este proceso, agregando en una pila los materiales, añadiendo agua y revolviendo para que se aireen, obtenemos compost. Este es un mejorador del suelo, de color café oscuro y tiene aquel característico olor y apariencia de la tierra que encontramos en los suelos boscosos”, explicó la profesora María Teresa Varnero, académica del Departamento de Ingeniería y Suelos de la Facultad de Ciencias Agronómicas de nuestra Universidad.
Los residuos orgánicos pueden tardar entre tres a nueve meses en descomponerse, dependiendo del manejo que se realice. Para la optimización del compostaje, se debe asegurar una relación de agua y aire, ya que se trata de un proceso aeróbico, es decir que requiere oxígeno. Microorganismos presentes en el suelo o en los desechos son los encargados de la degradación mecánica del material orgánico, reduciendo el tamaño de las partículas.
Sobre los beneficios de este producto para el suelo, el profesor Juan Ovalle, del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de nuestra Universidad, afirmó que “el compost aplicado en el suelo tiene numerosos efectos positivos en plantas arbustivas y arbóreas, entre estos, favorece la respiración radicular, favorece la germinación de las semillas, favorece el estado sanitario de los órganos subterráneos, regula la actividad microbiana del suelo y mejora la nutrición mineral de la cual depende las plantas para su crecimiento”.
Al tener un compostaje estable y maduro químicamente, es ideal utilizarlo antes de la plantación de un cultivo, porque mejora la sobrevivencia inicial de las plantas y las propiedades físicoquímicas y biológicas de los suelos degradados. “Un compost inmaduro, donde se ven gusanos y se pueden identificar los residuos, se debe usar en pequeñas cantidades porque puede quemar las plantas”, advirtió la profesora Varnero.
“Una planta que crece en suelo acondicionado con compost estabilizado, además de mejorar su estado nutricional, cuenta con una mayor disponibilidad de agua al mejorar la capacidad de retención de agua y la porosidad del suelo. Esta ventaja resulta clave en periodos de sequía donde la escasez hídrica compromete la sobrevivencia de la planta”, agregó el profesor Ovalle.
Así mismo, el compostaje permite reducir la cantidad de basura que se genera al estar hecho principalmente de residuos, aportando a la descontaminación ambiental y mejorando la calidad de vida como una provechosa práctica de desarrollo sostenible.
“Los servicios de recolección y tratamiento de residuos domiciliarios generan una cantidad importante de emisiones, no sólo por el transporte de la basura, sino también por la generación de grandes espacios de anaerobiosis (sin oxígeno) en los vertederos, condiciones en las que los residuos orgánicos generan metano, un gas de efecto invernadero. Cuando realizamos compost la idea es justamente la contraria, generar un proceso aeróbico (con oxígeno) que propicie la descomposición controlada, sin olor y sin otros efectos adversos de nuestros residuos orgánicos”, señaló Francisco Lagos, médico veterinario, encargado de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de nuestra Universidad.
El compostaje, además, es un producto estable e higienizado, con un fuerte potencial energético y nutricional extraído de los residuos. Al ser utilizado como abono para el suelo, se podría disminuir el uso excesivo de plaguicidas y fertilizantes y se contribuiría a prolongar la vida útil de los rellenos sanitarios.
El reino animal también resulta beneficiado con la práctica del compostaje. “Con estas mejoras del suelo, en cuanto a funciones, pero también en cuanto a actividad biológica, podemos mejorar el crecimiento, diversidad y vigor de las praderas en las que viven y de las que se alimentan los animales, beneficiándolos en cuanto a riqueza de su alimentación y riqueza de su entorno vivo”, destacó Francisco Lagos, enfatizando que insectos y aves también encuentran una fuente de alimentación gracias a este sustrato.
Esta práctica sustentable permite, además, tener un contacto directo con la naturaleza, al separar lo que se come de las frutas y verduras de lo que no se utilizará en la comida podemos aprender sobre sus estructuras, formas, texturas y olores; y también se puede apartar las semillas y prepararlas para realizar nuestros propios cultivos.
Compostaje casero
De acuerdo con la profesora Varnero, para compostar en el hogar se necesita hacer una pila, si se tiene el espacio, o dentro de un contenedor o compostera, cuando la superficie disponible es limitada. Se debe considerar siempre los tres factores principales: humedad, temperatura y aire, para que el proceso sea exitoso.
En este contenedor se añaden capas de materiales verdes, aquellos que están húmedos y que son el aporte de fuentes nitrogenadas, y de materiales cafés, que son los residuos secos y que entregan las fuentes carbonadas. Se humedece uniformemente de vez en cuando la mezcla, cuidando que tenga una buena ventilación. Poco a poco, la pila irá disminuyendo a medida que los desechos se vayan degradando.
Podremos saber si el compost está maduro y estable cuando tenga un color café oscuro, no tenga olor fuerte, no haya gusanos ni nada del material pueda ser identificado. Una vez listo, se puede incorporar en la tierra realizando varias aplicaciones.
Galería de fotos
Francisca de la Vega Planet – Periodista Campus Sur